El 10 de Febrero de 1840 contraían matrimonio la Reina Victoria de
Inglaterra y Alberto de Sajonia-Coburbo-Saafeld en una ceremonia
celebrada por amor, historia que duraría hasta la muerte de Alberto de
Sajonia.
Victoria se casó a los 21 años siendo ya reina y eligió llevar un
sencillo vestido para la época realizado en satén de seda natural de la
prestigiosa zona de Spitafields y con encaje de Honinton, diseñado bajo las
premisas de la Reina por Willian Dyce, en el encaje se explayaba motivos naturales y florales tejidos sobre la
finísima red haciendo de ese vestido un símbolo de patriotismo e
identidad inglesa.
Sus antecesoras se casaban con trajes ricamente bordados con hilos de
oro y plata o como las novias del Renacimiento que llevaban la dote cosida al
vestido, mostrando así el poder y las riquezas de sus familias. Sin embargo, un dato curioso es que fue
la primera novia en casarse de blanco de la realeza, causando gran impacto en
la sociedad que no dudaría en imitarla. Ese fenómeno duraría hasta hoy debido a
que la clase media empezaba a tener poder adquisitivo y no dudaba en imitar a
las clases altas.
Encargó una gran pieza en la que trabajaron 200 personas desde los meses
de Marzo a Noviembre sin parar.
Como adornos en la cabeza, decidió llevar una corona de flores y mirto
(símbolo de amor y felicidad). Otros complementos fueron un broche de zafiro
que le regaló el novio; un collar de diamantes y pendientes de Turquía.
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